domingo, 28 de diciembre de 2014

Miedo

Y hoy, por primera vez en muchos años, tengo miedo.

Quizá no un miedo exacerbado o un miedo como el que se puede tener a algo, pero sí es cierto que hay en mí una serie de dudas en lo relativo a lo que se me viene encima el próximo año que hacen que, cuanto menos, tenga un cierto respeto a lo que pueda encontrarme después de cumplir los 18, el domingo que viene.

Una parte de mí está deseando cumplirlos, disfrutar de la mayoría de edad, la posibilidad de tener coche, pasar uno de los mejores veranos de mi vida, o eso se supone, y todo eso que conlleva cumplir los 18.

Pero, por otra parte, me asusta lo que pueda encontrarme. Es un cambio enorme, en el que no todo depende de mí, y eso es lo que me hace desconfiar. Es prácticamente como iniciar una nueva vida, sin haber sido capaz de cerrar la anterior como realmente me gustaría.
Es darte cuenta que los amigos de toda la vida tienen diferentes expectativas en la vida, que por mucho que los hayas querido y hayan estado ahí en un pasado, tu futuro, por más que duela, pasa por alejarte de ellos. Claro que te encontrarás con ellos y cuando estéis juntos todo volverá a ser como antes, al menos por unos minutos, pero sabes que os tenéis que separar.
Es querer alcanzar imposibles, altas expectativas que nos lleven a darlo todo por cumplir nuestros sueños, pese a las palabras, y los gestos, de desaprobación de los que te rodean. Porque ya lo dice cierto anuncio, de cuyo nombre no logro acordarme, "no tenemos sueños pequeños", el mío es tener un Porsche en el garaje, desde que tenía 4-5 añitos. En una semana habrán pasado 14-13 años ya de la primera vez que lo dije, y desde entonces sigo erre que erre, y eh, escúchame bien, lo voy a conseguir, por mis cojones.
Es conocer gente nueva, que conecta más contigo, pero que aún no conoces. Es duro cuando ya has creado un grupo de amistades tener que volver a empezar.
Es volar del nido, de la seguridad del hogar y de lo conocido. Muy seguramente seguirás viviendo en casa de tus padres, pero pasarás allí el mínimo tiempo posible, por lo que será como si no estuvieras.

Pero bueno, si de algo me he dado cuenta a lo largo de estos 18 años que estoy a punto de cumplir, es que soy capaz de conseguir lo que me proponga, que si tengo techo todavía no lo conozco y que seré lo que quiera ser, pero sobretodo, seré feliz.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

El mensaje del Rey

O del príncipe heredero, en el caso de mi casa. Aunque, si hacemos caso a los anuncios de Ikea, esto es una república independiente; en la que manda mi madre.
Pero, dejémonos de tonterías, el 2014 agoniza y toca hacer balance de lo vivido a lo largo de este año, que, como mi menoría de edad, toca a su fin, y es que sí, en 10 días cumplo los 18; joder, como pasa el tiempo...
Bueno, a lo que iba, que entre comas, saltos de parágrafo y puntos y seguido me voy de un tema a otro como el que cambia de canal. ¡Vaya, ya lo he vuelto a hacer!
Todo año supera al anterior, o eso es lo que creo yo. Y es que, desde mi punto de vista, las cosas buenas superan las malas, a medida que crecemos, por lo que cada año tiene que ser mejor, por fuerza. Así que ahí va el balance de este, mi 2014:

Primero de todo, gracias a los que habéis estado siempre ahí y seguís estándolo, a los que habéis llegado nuevos este año y, aunque los dos sepamos que lo nuestro tiene fecha de caducidad, habéis dejado en mi una huella importante, y gracias a los que estando desde hace poco queréis pasar muchos más años a mi veraaa, verita veraaaaaaaa (¡ai, qué malo es el alcohol, niños, no lo probéis!)

Ah, gracias también a vosotros, todos esos que os habéis ido antes de tiempo y a los que no tuve tiempo, o ganas, o creí que no hacía falta recordaros todo lo importante que eráis para mí. Hoy, más que nunca, me doy cuenta que si soy lo que soy es, en gran parte, gracias a vosotros. Así que gracias, y que sepáis que se os echa de menos, mucho, muchísimo.

En segundo lugar, pedir perdón a todos aquellos que confiaron en mí y fueron defraudados. Si me he dado cuenta del error habré intentado enmendarlo, y espero haberlo conseguido. Si no lo he hecho, os pido perdón doblemente, primero por haberos fallado y después por no haberme dado cuenta y no haber intentado ponerle arreglo. En especial pediros perdón a todas aquellas personas a las que hice daño, deseando lo mejor para vosotros. En especial a ti.

Y por último, ¡adelante! Oye, que sí, que el 2014 ha estado muy bien/bien/mediocre/mal/muy mal, pero que aquí estamos y esto es lo que hay. Que si tú estás conmigo, yo voy a estar contigo, a muerte, sin reservas. Que nos queda mucho por vivir, demasiado y que el tiempo pasa volando, sí, pero nosotros somos dueños de nuestro destino, capitanes de nuestra alma. Nosotros decidimos cómo afrontar los reveses de la vida, y yo decidí, hace mucho tiempo, convertirme en el revés de Rafa Nadal. Así que vamos, deja de ser un recogepelotas y salta a la cancha, agarra esa raqueta y vamos juntos a por este partido de dobles, nosotros podemos con todo y tú lo sabes.

El 2015 pinta bien, no voy a mentir, la idea de cumplir 18 en 10 días suena muy muy atractiva, son tantas cosas: el carné del coche, el verano, la posibilidad de votar (sé que esto es lo mejor de los 18, eh), y un largo etcétera que podría explicaros ahora, pero eso ya es otro tema, que dará para otra entrada.

Disfrutad de estas fiestas con vuestra familia y vuestros seres queridos, reír, comer y sacar al niño que lleváis dentro; el encorbatado estresado que sois os lo agradecerá.
Ah, y esta noche no os perdáis el mensaje del Rey, o del príncipe heredero, o del tío que vive en la República Independiente en la que manda su madre...

lunes, 22 de diciembre de 2014

Mordisqueado

'Chulo, prepotente y soberbio; solo quiere estar por encima del resto y hace lo que sea para conseguirlo', así, sin anestesia.

Entre risas cayó esta bomba hace unos días, quizá no con estas palabras, pero viniendo a significar lo que plasman, saliendo de boca de alguien que se refería a un tercero; como si del enrevesado y gracioso 'tengo un conocido que es amigo del primo segundo del padre de aquel famoso al que tanto admiras', bueno, quizá no tan rebuscado, pero algo así.
Y esto, quieras que no, me hizo pensar, ¿realmente soy un capullo? Bueno, supongo que en estos casos la respuesta depende de a quien preguntes, pero, ¿lo soy?

Hoy, por otra parte, sin nada que ver con el tema, ni refiriéndose al mismo, me he llevado otra de esas tortas de realidad que tan descolocado te deja cuando las recibes, como pensativo y abstraído las horas posteriores. 'Tú no quieres', nuevamente, así, sin anestesia. He tenido que analizar la frase seriamente, 'Tú (osease, yo, el sujeto de la acción); no (negación, contrario a); quieres (verbo querer, amar, lovear, cómo dirían esas pijas que tratan aparentar un dominio del inglés cuando no tienen ni papa del idioma de Shakespeare)'. Repito, así, sin anestesia. ¿De verdad doy la sensación de ser tan frío que no soy capaz de amar?, joder, no sé...

No soy alguien que se caracterice por llevar a cabo muestras de afecto en público, ni por adornar mis palabras con pomposos adjetivos que demuestren al mundo el cariño que profeso por mis seres queridos, pero joder, de ahí a que no quiero, creo que hay un trecho. O quizá soy yo, que me veo como un Raffaelo de coco mientras que soy un vulgar Ferrero mordisqueado...
Esta comparativa de los bombones me ha llevado a pensar en mí como un bombón, metafóricamente, aunque lo sea -modestia aparte-. Es decir, me veo a mí mismo como un bombón, que han probado y mordisqueado varias veces, hasta que se han cansado y dejado en su envoltorio original. Ese bombón, dulce y tierno, se ha envuelto en un envoltorio dorado, elitista, que trata de marcar una diferencia entre yo y ellos..., que intenta recordarte que sí, que , puedes ser muy bueno, pero que yo, siempre estaré por encima.

Con esto no quiero decir que realmente crea que soy mejor que nadie, que a veces sí, pero solo a veces, sino que he conseguido crear a mi alrededor una película protectora que me aleja de todos aquellos que me ven como un 'chulo, prepotente y soberbio; solo quiere estar por encima del resto y hace lo que sea para conseguirlo'; y se dan cuenta de que yo también lloro cuando matan a la madre de Bambi.

Lo que me lleva a la conclusión de que realmente oculto una gran parte de mi ser detrás de un envoltorio que no invita a acercarse, seguramente porque ya me haya cansado de ser un bombón mordisqueado.

viernes, 12 de diciembre de 2014

¿Crees en el destino?

¿Crees en el destino?
A medias, supongo que sería mi respuesta.

Creo en algo, llámalo como quieras, que de alguna manera determina ciertas cosas, cómo vas a ser, con que gente vas a tener facilidad para relacionarte y esas cosas, pero de la misma manera, creo en mí casi tanto como en ese algo, por lo que no pienso que mi futuro esté establecido sin que yo pueda hacer nada al respecto.
Creo en el amor, aunque en los tiempos que corren esté degenerando en un pseudoamor que consiste en juntarse con el primero con quien nos crucemos sin mandarlo a la mierda, y es que la concepción del amor de la sociedad actual, si más no de gran parte de la misma, me da bastante pena. En eso, he de decir que creo que el ser humano ha involucionado, en eso y en muchas otras cosas, pero ahora no vienen a cuento.
No creo que el tiempo cure las cosas, ya lo dije, el tiempo solo pasa y somos nosotros quienes decidimos si arreglarlas o no. Y sí, hay muchas cosas a las que debo poner solución desde hace mucho tiempo, pero hoy no es el momento.
Creo, también, que hay un momento apropiado para cada cosa, y ese fue, probablemente nuestro gran error. Quisimos precipitar las cosas, yo el primero, quizá por miedo a perderte, quizá por miedo a que te dieras cuenta de lo imbécil que era, quizá por miedo de encontrar a otra persona o quizá por miedo a quererte, que también podría ser.
Sé que probablemente esto debería escribirlo a papel, quemarlo y dejar que el viento se llevara las cenizas, pero yo no soy Mario Casas; yo soy imbécil, ya lo sabes, y ahora más que antes, esa es una de las cosas a las que debo poner remedio todavía. Sé que lo leerás, por lo que aprovecho para pedirte perdón y decirte que me debes una comida, que ésta ya se ha enfriado, una botella de vino, que ésta me la he bebido intentando recordarte, y que tienes que enseñarme a anudarme la corbata, que desde que te marchaste voy cada mañana hecho un desastre.
También quiero aprovechar para pedirte que no cambies nada de tu vida por mí, me merecí la segunda oportunidad, pero nunca una tercera. Eres feliz ahora, lo sé y me alegro como si yo lo fuera, es lo único que he pedido desde que te rompí rompiéndome, que alguien llegara y de un abrazo volviera a unirte, yo todavía no he contratado un buen arquitecto que me vuelva a juntar.



jueves, 11 de diciembre de 2014

El nudo de la corbata

Hoy me he despertado a media noche, me parecía oír tu voz. Que tontería, ¿verdad?, quizá te parece raro, de la manera que te eché de mi vida... No sé, tenía miedo al compromiso, y todas esas gilipolleces que se dicen cuando acabas una relación sin saber bien bien porqué...

He intentado volver a dormirme, pero, como de costumbre, ya no he podido. He aprovechado para ordenar la casa, mi vida hace ya tiempo que campa a sus anchas, ¿y a qué no sabes qué he encontrado? Aquel pendiente que perdiste, el de la bola del mundo, sí. Me ha hecho pensar...
Creía que juntos íbamos a comernos el mundo, y ya me ves, aquí estoy, hablándole a una casa
vacía y a una ciudad que duerme a mis pies.

Sin saber si reír o llorar he dejado el pendiente en un cajón y he acabado de preparar las cosas para mañana: el traje, el maletín con los papeles, el móvil, las llaves del coche... creía ser un lobo, el león de esta jungla, y acabé como el de Wall Street.

Así que, como él, me he tirado en el sofá y he echado mano del whisky, buscando respuestas al final de la botella. Por desgracia, únicamente he conseguido darme cuenta de que te echaba de menos, que te quería...
O quizá es solo que aún no he aprendido a hacerme el nudo de la corbata.

martes, 9 de diciembre de 2014

Estás invitada...

Siempre he escuchado eso de que una copa de vino con la comida es buena para la salud, que ayuda al corazón y todas esas cosas que dicen los médicos, cuando nadie les escucha.

Hoy, mientras escribía esto, he entendido porque es una copa, y no dos, o tres. Lo que importa no es el vino, es la compañía, es el brindis, es la sonrisa que éste comporta y esas miradas que lo dicen todo en silencio. Hoy, ahora mismo, en un momento de lucidez, estoy comprendiendo que no era el vino lo que me salvaba, eras tú.
O sea, tú no. Tú y el vino, o el vino y tú, o quizá era el vino y que tú estuvieras allí o quizá el vino mientras tú estabas allí, o quizá... -mejor me sirvo otra copa y cambio de tema-.

A lo que iba, me acostumbraste a cocinar para dos, y me encantaba, no te mentiré, pero es algo que puede conmigo. Odio ser incapaz de medir la comida justa para mí, de no recordar que ya no estás, que como solo, que sólo me acompaña ese reloj de pared que tanto odiabas y esa botella de vino que desataba tu risa tonta que tanto me gustaba.
Y no te confundas, no me quejo, ya me he hecho a la idea de gritar sin obtener respuesta, de levantar la vista del plato sin encontrarme tu sonrisa, de despertarme a medianoche solo, muerto de frío, sin encontrar tu abrazo cálido, pero sigo sin ser capaz de cocinar para uno....

Así que quiero que sepas que, quizá porque aún creo que volverás, sigo cocinado para dos, por lo que estás invitada a iluminar mi cocina, ya que el resto de mi vida es más complicado; pero eso no viene a cuento, eso es otra historia.

Eso sí, date prisa, que ésto se enfría...

Ah, y tráete vino.



Soy yo, soy yo, punto... y seguido.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Algún día...

Esta mañana, mientras desayunaba, he aprovechado para pasearme por las redes sociales, así, como quien no quiere la cosa, "stalkeando", que le llaman ahora, cotillear, que le han llamado toda la vida, para intentar saber algo más de la gente que me rodea y me importa, de aquellos a los que quiero, aunque haya pasado el tiempo y la relación no sea tan fluida como antes. 
Por el camino me he dado cuenta de cómo han cambiado las cosas, del daño que nos hemos hecho y que no es verdad eso de que el tiempo todo lo cura, que el tiempo solo pasa y si uno quiere curar las cosas tiene que salir ahí fuera y hacer por ponerle remedio. 
Pero no es el momento, quizá lo fue o lo será, o ya no exista el momento para arreglar todos los errores del pasado y estos nos acompañen como una losa que nos hace agachar la cabeza y no poder ver más allá del suelo, perdiéndonos un sinfín de nuevas experiencias y una sonrisa por la que valga la pena levantarse y salir a comerse el mundo. 
O quizá soy yo, que me he olvidado de echarle azúcar al café y es por eso que hoy el día ha empezado amargo, pero con un regusto final más que interesante, como pido a un buen café. Quizá la vida es eso, superar el primer golpe, y el segundo, tercero y cuarto si lo hay, pero hacerlo porque más allá del impacto hay algo que llama nuestra atención, algo que nos pide que sigamos a pesar que nuestros sentidos nos digan que no, que nos hace más daño que bien. 
Y ahora, que vuelvo a leer lo escrito hasta el momento, no sé cómo me he ido por las ramas, no era esta mi intención, pero no voy a cambiarlo, me gusta, hace mucho que no me sentía escritor y necesitaba dar rienda suelta a mi imaginación y al pequeño, pequeñísimo, minúsculo e inexperto, quizá autor del guión que dé el Oscar, por fin a Di Caprio, o, más seguramente, autor de un blog de poca monda que se jacta de ser leído y comentado por cuantas... ¿20 personas?, me paso, seguramente. 
Pero a lo que iba, volviendo al "stalkeo" matutino, me he dado cuenta, sobretodo, del daño hecho, a lo largo de los años, a esas personas por las que hubiéramos dado más de lo que dimos y a las que ahora no sabemos como mirar a los ojos. Y si, algún día arreglaré todo el daño que hice, lo prometo, y quizá eso me permita despertarme con una sonrisa y levantar la vista del suelo, pero hoy no, no es el momento. 
Algún día lo haré, prometido, pero por el momento seguiré tomándome el café sin azúcar. 

Recordad, 
soy yo, soy yo, punto... y seguido. 

domingo, 4 de mayo de 2014

'El Cholo, los cholitos y los chalados'

En la primera entrada de este blog hablé de mi pasión por el fútbol, aunque comenté que intentaría no hablar mucho de ello. Siento hacerlo tan pronto, pero algo ocurrido esta tarde me lleva a hablar de fútbol, de lo que yo entiendo por fútbol, de mi equipo, de mi atleti.

Esta tarde escuchaba, como un atlético más, el partido de mi equipo contra el Levante. Todos daban por sentada una victoria rojiblanca que nos dejaría a un partido del título de liga. A un partido en nuestro campo, en nuestro templo, contra un más que mermado -y salvado- Málaga. Sin embargo, el equipo de Caparrós tiró de ese pundonor que los caracteriza, de esa garra que va unida al experimentado técnico, y consiguió una victoria de coraje y fútbol del de antes, más allá de la polémica de maletinas y primas -en la que no quiero entrar-.
Merengues se reían, "el pateti" se desinflaba y les daba la oportunidad de colocarse empatados a puntos otra vez. Ah, no, realmente seguían a tres puntos -daban por ganado el partido aplazado con el Valladolid, todavía no jugado-. También contaban con los tres puntos que les propiciaría ganar al Valencia -mientras escribo este post acaba de marcar Parejo el 1-2, en el minuto 64, ¡vaya!- Pero volvamos a lo que nos interesaba: algo estaremos haciendo bien cuando merengues y culés celebran los tropiezos del "pateti", un equipo menor que no está capacitado para luchar con ellos por el título liguero ni los grandes entorchados europeos -final a la que llegamos el pasado miércoles-. Pero bueno, no era esto de lo que quería hablaros, venía a hacerlo del "cholismo", del Cholo, de los cholitos y de esos chalados que seguimos como mandamientos cada una de las palabras del técnico argentino.
Aprovecho este post para aclarar algo:
Yo no he sido siempre del Atleti, bueno, lo he sido pero no lo sabía. Lo aclararé:
Siendo pequeño, y viendo que todos los niños con 2-4 años eran del barça o del madrid, me decanté por el barça cuando aún no tenía ni pasión por el fútbol -empecé a jugarlo y a vivirlo con 5 años-. Pero nunca sentí amor por el Barça, celebraba las victorias pero ni me iban ni me venían, no celebraba títulos ni competiciones más que por joder a mis amigos merengues. Sin embargo, desde la llegada del Cholo, me sentí identificado con ese hombre, con su forma de ser y de entender la vida y el fútbol, con su historia. Desde ese momento me dí cuenta que era del Atleti, y me declaré rojiblanco. Lo hice sin saber si aquello iba a funcionar o no, no sabía si el Atleti iba a salir a flote o se iba a hundir aún más y a bajar a segunda, como todo parecía indicar.
Mi enamoramiento del Cholo empezó cuando mi padre me habló de él. Después llegaron los vídeos, las lecturas, los documentales, etc.
El Cholo no ha conseguido formar un equipo campeón a partir de jugadores en los que nadie creía, que también, sino que ha conseguido que una afición cansada de sufrir vibre con cada partido, desee que llegue el fin de semana y el lunes, que juegue su equipo e ir al campo a verlo.
La comunión del Cholo con la grada es total, sabe lo que es vestir esa camiseta, sudar por ella y llegar a la gloria defendiendo el escudo del Atleti. Fue un grande en nuestra historia pasada, y está escribiendo, en rojiblanco, la historia del fútbol actual.
Después de 18 años estamos a dos partidos de ganar una liga -si, el madrid sigue perdiendo contra el Valencia, minuto 83- y estamos en la final de una Copa de Europa, 40 años después.
Aquella copa de Europa que el fútbol le robó al Zapatones, a nuestro Luís Aragonés; como nos lo ha robado la vida este año.
Podría explicar muchísimas cosas más, pero me faltaría espacio -y tiempo-, así que me despido de vosotros diciendo que, como atlético, yo también sueño con ver a Gabi levantar el 24 de Mayo la "orejona", con el 8 de Don Luís Aragonés a la espalda; el fútbol nos lo debe.
Pero, como cholista convencido, solo puedo deciros que, partido a partido, "ad augusta per angusta". Toca centrarnos en el Málaga, nuestra próxima final, la única que importa ahora.

Aquí os dejo con el vídeo que da nombre a esta entrada, sacado de Deportes Cuatro: http://www.cuatro.com/deportes/futbol/champions/pina-cesped-jugadores-Atletico-Madrid_2_1788705057.html
Y con la promesa de no hablaros, en mucho tiempo, de fútbol.

Soy yo, soy yo, punto... y seguido.

jueves, 24 de abril de 2014

Lluvia y sangre

Esta noche os dejo otra historia por aquí, que ha venido a mi mente mientras que escuchaba algo de música. 
Más adelante ya escribiré algo sobre qué escucho y qué opino de ello, pero eso será otro día, ahora espero que disfrutéis de este breve relato... 

'La lluvia arrastraba consigo ríos de sangre a las alcantarillas, allí donde los más oscuros sueños de cada uno de los habitantes de aquella maldita ciudad se juntaban para morir unidos. Daba igual edad, raza o religión, sexo o ideología; sobre ellos planeaba la funesta sombra de un destino al que no podían escapar. 

Y allí, en medio de aquel caos, se encontraba él; botella en mano, pistola en la otra, luchando por no caerse de la silla de su escritorio. Frente a él un cigarro se consumía en un cenicero. Se echó a reír al verlo, quizá debido al pedo que llevaba encima, quizá debido a la semejanza entre la colilla y su vida. No, seguro que era por el alcohol. 
Intentó levantarse, pero se fue al suelo. Cayó encima de la botella de whisky que, hecha pedazos, se clavó en su brazo. Lanzó un grito ahogado, no era tan inmune al dolor como creía. Ayudándose de la mesa se puso en pie y se acercó al flexo que lo interrogaba en la oscuridad de su despacho, lo enfocó hacia su brazo izquierdo y, mordiéndose el labio, extrajo el trozo de cristal que se había incrustado en él. 
Su sangre, blanca, empezó a brotar poco después.  
-Esta es mi maldición. -Se dijo en voz baja, antes de sentarse. 

Miró como la sangre brotaba y recordó las palabras que siempre le acompañarían. Estaba junto a su hermano, a los pies de los cuerpos sin vida de sus padres. Frente a ellos, sus asesinos. 
-¡Ha llegado la hora de la oscuridad mortales! -Gritaron, obligando a su pueblo a arrodillarse. 
-Vais a pagar lo que habéis hecho, este crimen no quedará impune. -Se revolvió, escapando de los brazos de su hermano. 
-Joven descarado, -contestó aquella mujer, que acababa de apoderarse del trono de su madre- te permitiremos seguir con vida, quiero que cumplas tu promesa. -Dijo, alzándose y haciendo un corte en su pecho desnudo con una de sus uñas. -Tu sangre, desde ahora blanca, te acompañará siempre, para que no olvides como murieron tus padres mientras tu mirabas sin hacer nada. 

Las lágrimas caían por su rostro mientras recordaba estas palabras, apretando con fuerza el puño. Se puso en pie y cogió el revólver, había llegado el momento. Se encerró en el baño y se detuvo frente al espejo. Encendió la luz y observó su reflejo, maltratado por el paso de los años. 
-Sabes que debes hacerlo, puedes vengarlos. -Dijo aquel hombre, que lo acompañaba desde pequeño. 
-Matarlos no me devolverá a mis padres. -Puso en su boca las palabras que su padre tantas veces había pronunciado en sus sueños. 
-Devolverás a la vida a tu pueblo. -Hizo una pausa, sonrió. Sabía que tenía mucho ganado si conseguía convencerlo de ello.- Es lo que ellos hubieran querido...
-La única manera de acabar con ellos es cruzar el portal, convertirme a la sombra. -Contestó, tembloroso. 
-Sabes cómo hacerlo, -dijo, saliendo del espejo y colocándose detrás de él.- sólo tienes que apretar el gatillo. -Añadió, levantando el revólver y poniéndolo en su sien.- Tú decides... ' 

Espero que os haya gustado, 
soy yo, soy yo, punto... y seguido. 

martes, 22 de abril de 2014

La última sonrisa

Ayer en mi presentación os comenté de mi pasión por la escritura, y os dije que seguramente con el paso de los días colgaría alguna de mis historias en el blog; quizá una corta (como es la ocasión), o alguna historia por capítulos; que publicaré más adelante. No quiero entreteneros más, y os dejo a continuación con dicho texto; espero que os guste:

"Marcos lanzó una última mirada a la habitación. Las lágrimas que caían de sus ojos eran una mezcla de nostalgia y tristeza, aunque existía en ellas una gran parte de impotencia. Dejaba atrás una parte importante de su vida, aunque tardaría muchos años en descubrir hasta que punto le había marcado. 
Ya no quedaba nada de la habitación alegre y cálida en la que había pasado la tarde anterior, tal y como había hecho todos los crepúsculos de los últimos dos meses.
Sobre la cama ya no reposaba Andrea; no quedaba siquiera el más mínimo indicio de su risueño rostro, no se escuchaba la harmoniosa melodía de sus palabras; danzando delicadamente sobre el pálido silencio, habitual de los hospitales. No quedaba, tampoco, el brillo esperanzador de su mirada cada vez que veía a Marcos cruzar el umbral de la puerta de la habitación.
Todo eso había desaparecido, como desaparecen los blancos copos de nieve de las primeras nevadas invernales bajo el inexorable sol del mediodía. Andrea, se había ido.
Marcos lo sabía. Sabía que tarde o temprano se iría. Sabía que se aferraría a la vida todo el tiempo que pudiera, hasta que llegara el día que fuera incapaz de seguir peleando. Entonces, todo habría acabado; y tal y como hiciera su sonrisa, su mirada esperanzadora y su cálida voz, su habitación se apagaría lentamente, y se sumiría en la más absoluta oscuridad.

Había conocido a Andrea hacía dos meses, una tarde de invierno, lluviosa, en una visita al hospital. El primer contacto entre ambos fue frío, escueto y muy distante.
Ella, que sufría una rara enfermedad que iba apagándola progresivamente, llevaba ingresada año y medio. Él, que iba a visitar a un pariente lejano, acabó por error en su habitación.
Nada más entrar, le llamaron la atención sus profundos ojos verdes. Apagados, miraban un punto indefinido de la monótona pared blanca de la habitación. Su pelo, castaño claro, se posaba levemente sobre sus hombros; y sus pecas dibujaban un extraño mapa sobre su tez pálida, que desde el primer momento le atrapó.
Le dirigió un saludo tímido, tratando de iniciar una conversación. Ella le respondió seca, tajante, acostumbrada a recibir únicamente la visita de sus familiares y médicos.
Marcos repitió su visita al día siguiente, y al siguiente del siguiente, y al siguiente del siguiente del siguiente. Aquella chica tenía algo que había conseguido llamar su atención, y deseaba conocerla, pasar tiempo con ella y tratar de hacerle su estancia allí lo más amena posible.
Cada tarde, cuando llegaba a su habitación, se posaba frente a su puerta, temeroso de entrar y que ya no estuviera, que le hubieran dado el alta o la hubieran trasladado a otro hospital.
No fue hasta la quinta tarde, y después de muchos intentos de entablar una conversación, que ella no le dijo su nombre y el porqué de su estancia allí. A partir de entonces, entre ellos se forjó una relación especial y lentamente Marcos acabó ganándose su confianza.
Con sus visitas Marcos había conseguido que Andrea volviera a sonreír; siendo el único capaz de devolverle el brillo a la mirada, de descongelar el corazón que aquella enfermedad había congelado.

Aquella mañana, cuando entró en la habitación y vio la cama vacía lo entendió todo. Rompió a llorar encima de la misma, y entonces encontró un sobre con su nombre encima de la almohada. En él, había una foto suya con Andrea, tomada un par de semanas antes por su cumpleaños. Detrás de la misma, de su puño y letra se podía leer:
“Marcos, gracias por todo. Sin ti no hubiera sido capaz de aguantar, no hubiera vuelto a sonreír, a disfrutar de la vida.
Ríe, llora, grita… pero sobre todo disfruta, vive, sé feliz por ti y por mí, por los dos.
 Muchas gracias por todo.”


Marcos guardó la foto, secó sus lágrimas y miró por última vez aquella habitación, recordando la sonrisa de Andrea la tarde anterior. "

Espero que os haya gustado, 
soy yo, soy yo, punto... y seguido. 

lunes, 21 de abril de 2014

Bienvenidos

Bienvenidos, adelante, poneros cómodos, estáis en vuestras casas.

En esta primera entrada quiero dar cuatro pinceladas sobre mí y sobre lo que pretendo en este blog, pero prefiero que me vayáis conociendo a la largo de los días.

A mis 17 años doy inicio a este blog para plasmar en él lo que pasa por mi cabeza y me inquieta, aquello que estoy harto de escuchar y que no encuentro justo, y lo que espero de la vida en un futuro.
Me encanta el fútbol, juego desde pequeño y entreno, desde hace tres años, un equipo de niños; pero hablaré de esto lo menos posible, no quiero aburriros con un tema tan y tan tratado y hablado por todos.
Enamorado del universo hip-hop y del reggae, este blog debe el nombre a una canción del Chojín (que más abajo os dejaré), artista que me ha marcado muy profundamente.
Proyecto de escritor, dejaré volar mi imaginación en algunas entradas; intentando haceros ver el mundo que veo cuando me siento frente a un folio en blanco, pero eso será más adelante.

Políticamente incorrecto, en mis entradas daré mi opinión más sincera sobre los temas que me ronden la cabeza o sobre los que me pidáis que hable u opine, siempre respetando las opiniones ajenas y sin faltar al respeto a nadie.


-El show de Throwman
-Puntos suspensivos