¿Crees en el destino?
A medias, supongo que sería mi respuesta.
Creo en algo, llámalo como quieras, que de alguna manera determina ciertas cosas, cómo vas a ser, con que gente vas a tener facilidad para relacionarte y esas cosas, pero de la misma manera, creo en mí casi tanto como en ese algo, por lo que no pienso que mi futuro esté establecido sin que yo pueda hacer nada al respecto.
Creo en el amor, aunque en los tiempos que corren esté degenerando en un pseudoamor que consiste en juntarse con el primero con quien nos crucemos sin mandarlo a la mierda, y es que la concepción del amor de la sociedad actual, si más no de gran parte de la misma, me da bastante pena. En eso, he de decir que creo que el ser humano ha involucionado, en eso y en muchas otras cosas, pero ahora no vienen a cuento.
No creo que el tiempo cure las cosas, ya lo dije, el tiempo solo pasa y somos nosotros quienes decidimos si arreglarlas o no. Y sí, hay muchas cosas a las que debo poner solución desde hace mucho tiempo, pero hoy no es el momento.
Creo, también, que hay un momento apropiado para cada cosa, y ese fue, probablemente nuestro gran error. Quisimos precipitar las cosas, yo el primero, quizá por miedo a perderte, quizá por miedo a que te dieras cuenta de lo imbécil que era, quizá por miedo de encontrar a otra persona o quizá por miedo a quererte, que también podría ser.
Sé que probablemente esto debería escribirlo a papel, quemarlo y dejar que el viento se llevara las cenizas, pero yo no soy Mario Casas; yo soy imbécil, ya lo sabes, y ahora más que antes, esa es una de las cosas a las que debo poner remedio todavía. Sé que lo leerás, por lo que aprovecho para pedirte perdón y decirte que me debes una comida, que ésta ya se ha enfriado, una botella de vino, que ésta me la he bebido intentando recordarte, y que tienes que enseñarme a anudarme la corbata, que desde que te marchaste voy cada mañana hecho un desastre.
También quiero aprovechar para pedirte que no cambies nada de tu vida por mí, me merecí la segunda oportunidad, pero nunca una tercera. Eres feliz ahora, lo sé y me alegro como si yo lo fuera, es lo único que he pedido desde que te rompí rompiéndome, que alguien llegara y de un abrazo volviera a unirte, yo todavía no he contratado un buen arquitecto que me vuelva a juntar.
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