-Va tío, levanta, hostias más grandes te has pegado, cabezón.
+Tú... ¿Qué haces tú aquí?
-¿Otra vez la misma conversación? Recuérdalo, siempre.
+¿A pesar de todo?
-A pesar de todo.
+¿Por qué?
-Porque sin ti no podría vivir, ya lo sabes.
+Te odio.
-¿Por qué?
+Porque siempre me haces quedar como un inútil, por dejarme ir a mi bola cuando sabes que tienes razón... por no haberme hecho retroceder a tiempo.
-Eso nunca. Para atrás ni para coger impulso, ¿lo recuerdas?
+Creo que eso va a acabar matándome, no sé porque coño sigo haciéndole caso.
-Porque eres así, no puedes hacer nada por cambiarlo.
+¿Un gilipollas?
-Un soñador.
+Ya ves tú, para lo que me ha servido...
-Algún día me entenderás, recordarás todo esto y te reirás.
+¿Me lo prometes?
-No puedo prometerte nada, pero confía en mí. ¿Cuándo te he mentido yo?
+...nunca...
-Vamos, va, nos queda una vida por delante.
+Tienes razón tío... gracias.
-¿Por qué?
+Por no cansarte de mí, por estar ahí siempre que me caigo, por darme la libertad de pegármela y volver a por mí con una sonrisa, sin sorna.
-Para eso estamos, ¿no?
+A veces me pregunto qué sería de ese gilipollas que duerme sin ti...
-Pues lo mismo que sin ti, no se hubiera levantado nunca.
+Pero, sin mí nunca hubiera caído...
-¿De verdad lo crees?
+Sí, siempre soy el que lo hace caer.
-Esto no es tú o yo, tío, esto es nosotros.
+Pero sin mí os iría mucho mejor, reconócelo.
-Nunca. Somos un equipo, seny i pit, ¿recuerdas? Sin ti no soy nada.
lunes, 23 de febrero de 2015
domingo, 15 de febrero de 2015
Promesas
-Oye tío, ¿puedo preguntarte algo?
+Claro, adelante.
-Hace mil que nos conocemos, ya sabes, y en todo este tiempo nunca te he visto prometer nada... ¿por qué?
+¿De verdad quieres saberlo?
-Me llama la atención, más que nada, pero si no quieres hablar del tema no hay problema.
+No, tranquilo, te lo contaré. No hago promesas porque soy incapaz de cumplirlas, así de simple.
-Pero, hombre, todos hemos roto alguna promesa pero no por eso hemos dejado de creer en ellas.
+Yo sí, estoy cansado de decepcionar a aquellos que me rodean y creen en mí, por eso dejé de hacer promesas. Prefiero no comprometerme a nada y no fallar por simple gusto, porque me motiva aquello que hago, que prometerte que voy a hacer algo y defraudarte porque he perdido el interés en lo que te dije.
-Pero... habrá alguna promesa que hayas cumplido, digo yo...
+No creas, únicamente recuerdo haber cumplido una, aunque cada vez tengo más ganas de romperla. -Ah sí, ¿cuál es ésa?
+Prometí a mi madre mantenerme con vida, no dejar que esta mierda me matara, pero cada día que pasa tengo más ganas de meterme un tiro entre las cejas y dejar este puto mundo.
-Joder macho, no hables así, de verdad que quitas las ganas de vivir a cualquiera... Prométeme que de aquí en adelante vas a ser más optimista.
+¿¡Tú eres tonto o qué coño te pasa!?
-Tío, cálmate, no quería que te enfadaras. No es tan difícil como crees, verás, solo tienes que creer en ti mismo y esforzarte por no decepcionarte. A fin de cuentas, te estás comprometiendo contigo mismo y no con la persona con la que mantienes la promesa.
+¿Pero tú de verdad crees que alguien como yo puede creer en sí mismo?
-¿Tan difícil es? Yo creo en ti, y seguro que no soy el único.
+No me vengas con chorradas, qué cojones vas a creer tú en mí. La única que en algún momento creyó en mí fue ella, y mira cómo acabó...
-¿Tu mujer?, ¿qué le pasó?
+Malgastó la vida intentando cambiarme, tratando de convertirme en el hombre del que ella se había enamorado. Le prometí mil veces que dejaría las drogas y la bebida y mírame, llevo más mierda dentro que Charlie Sheen.
-¿Y por qué no lo hiciste?, estaba en tus manos...
+Supongo que la quería demasiado como para dejar que se anclara a este barco hundido. Veía más fácil seguir en el fondo del océano y dejar que la corriente se la llevara a intentar salir a flote para acabar volviendo al lugar del que huía. Yo soy ésto, tío, y eso no lo va a poder cambiar nadie; por mucho que quiera, por mucho que la quiera.
-¿Ni siquiera el miedo a perderla te pudo hacer cambiar?
+Ella fue, es y será el amor de vida, tío, pero a esta mierda no se le puede llamar vida. Dejarla ir era la única manera de salvarla...
-¿Por qué nunca me habías hablado de ésto?
+No sé...
-Sabes que puedes salir de ésto, solo tienes que quererlo. Veo en ti a un hombre capaz de hacer lo que se proponga, basta sólo con que lo desee de verdad... ¿por qué sigues con la cabeza hundida en el barro?
+Quizá me gusta demasiado el alcohol, o los porros. Quizá me ves hablándole a una botella de whisky porque ni las putas que pago me soportan. Quizá lo mejor para todos sería volarme los sesos y desaparecer de una puta vez, convirtiendo el mundo en un lugar un poquito más limpio, a pesar de que eso supusiera faltar a la promesa que hice a mi madre; aunque bueno, otra más ya...
+Claro, adelante.
-Hace mil que nos conocemos, ya sabes, y en todo este tiempo nunca te he visto prometer nada... ¿por qué?
+¿De verdad quieres saberlo?
-Me llama la atención, más que nada, pero si no quieres hablar del tema no hay problema.
+No, tranquilo, te lo contaré. No hago promesas porque soy incapaz de cumplirlas, así de simple.
-Pero, hombre, todos hemos roto alguna promesa pero no por eso hemos dejado de creer en ellas.
+Yo sí, estoy cansado de decepcionar a aquellos que me rodean y creen en mí, por eso dejé de hacer promesas. Prefiero no comprometerme a nada y no fallar por simple gusto, porque me motiva aquello que hago, que prometerte que voy a hacer algo y defraudarte porque he perdido el interés en lo que te dije.
-Pero... habrá alguna promesa que hayas cumplido, digo yo...
+No creas, únicamente recuerdo haber cumplido una, aunque cada vez tengo más ganas de romperla. -Ah sí, ¿cuál es ésa?
+Prometí a mi madre mantenerme con vida, no dejar que esta mierda me matara, pero cada día que pasa tengo más ganas de meterme un tiro entre las cejas y dejar este puto mundo.
-Joder macho, no hables así, de verdad que quitas las ganas de vivir a cualquiera... Prométeme que de aquí en adelante vas a ser más optimista.
+¿¡Tú eres tonto o qué coño te pasa!?
-Tío, cálmate, no quería que te enfadaras. No es tan difícil como crees, verás, solo tienes que creer en ti mismo y esforzarte por no decepcionarte. A fin de cuentas, te estás comprometiendo contigo mismo y no con la persona con la que mantienes la promesa.
+¿Pero tú de verdad crees que alguien como yo puede creer en sí mismo?
-¿Tan difícil es? Yo creo en ti, y seguro que no soy el único.
+No me vengas con chorradas, qué cojones vas a creer tú en mí. La única que en algún momento creyó en mí fue ella, y mira cómo acabó...
-¿Tu mujer?, ¿qué le pasó?
+Malgastó la vida intentando cambiarme, tratando de convertirme en el hombre del que ella se había enamorado. Le prometí mil veces que dejaría las drogas y la bebida y mírame, llevo más mierda dentro que Charlie Sheen.
-¿Y por qué no lo hiciste?, estaba en tus manos...
+Supongo que la quería demasiado como para dejar que se anclara a este barco hundido. Veía más fácil seguir en el fondo del océano y dejar que la corriente se la llevara a intentar salir a flote para acabar volviendo al lugar del que huía. Yo soy ésto, tío, y eso no lo va a poder cambiar nadie; por mucho que quiera, por mucho que la quiera.
-¿Ni siquiera el miedo a perderla te pudo hacer cambiar?
+Ella fue, es y será el amor de vida, tío, pero a esta mierda no se le puede llamar vida. Dejarla ir era la única manera de salvarla...
-¿Por qué nunca me habías hablado de ésto?
+No sé...
-Sabes que puedes salir de ésto, solo tienes que quererlo. Veo en ti a un hombre capaz de hacer lo que se proponga, basta sólo con que lo desee de verdad... ¿por qué sigues con la cabeza hundida en el barro?
+Quizá me gusta demasiado el alcohol, o los porros. Quizá me ves hablándole a una botella de whisky porque ni las putas que pago me soportan. Quizá lo mejor para todos sería volarme los sesos y desaparecer de una puta vez, convirtiendo el mundo en un lugar un poquito más limpio, a pesar de que eso supusiera faltar a la promesa que hice a mi madre; aunque bueno, otra más ya...
jueves, 12 de febrero de 2015
Nunca será siempre
Nunca me oiréis quejarme, nunca. Nunca escucharéis salir de mi boca una queja, un lamento o un reproche por la presión que hay depositada en mí, nunca. Nunca me veréis tocar fondo, por muy abajo que llegue; creedme cuando os digo que nunca, es nunca.
Puede sonaros arrogante, creído, soberbio y vanidoso, puedo pareceros un estúpido que se cree que va a comerse el mundo sin saber que éste va a por él con cuchillo y tenedor, pero nunca, nunca, me podréis tachar de tal, pues no encontraréis en mí aquello que creéis. Y cuando os digo que nunca llegaréis a conocerme, es porque nunca lo haréis.
Soy de los que no cree en la casualidad, a mí me va más eso de la causalidad. Soy de los que tiene lo que se gana, de a los que no abren puertas por ser el hijo de tal, el primo de cuál o el amigo de aquél. Yo soy mi nombre, y mis apellidos, y el sudor será la única corona que adorne mi frente. Cómo dijo Nuno hace poco, echadme a mí la mierda y vosotros disfrutad, estoy aquí para eso. La presión puede contigo, sí, cuando no estás preparado para ella. Pero llega un momento en que necesitas de esa presión, un momento en el que lleváis tanto tiempo juntos que el día que te levantas y tienes la sensación de que no hay unas esperanzas puestas en ti o unas expectativas por cumplir notas que el mundo se te viene encima. Y en ese instante es cuando te das cuenta de que necesitas que la gente espere cosas de ti, que esa presión te hace mejor, y esas ganas de querer ser mejor cada día te hacen todavía mejor y poner el listón todavía más arriba. Y eso, amigos, es un círculo vicioso. Puede llevaros a la gloria, pero patinad y os despertaréis en un infierno del que no saldréis.
Nunca me oiréis, tampoco, decir "te quiero", y no porque no lo sienta, la verdad. Soy de esas personas que saldría a la calle y se lo diría a todas aquellas personas que le rodean en su día a día, que le ayudan a ser mejor. "Oye, gracias por hacerme mejor, por estar ahí siempre, te quiero". Queda de puta madre, ¿eh?.
Pero no, yo es que he perdido la fe en esa frase. Aquellos que se merecen oír esas palabras de mi boca ya me conocen, y son los que más cerca están de conocerme realmente, pues todavía no me conozco ni yo.
Y a ti, sí, tú que eres realmente uno de los motivos de estas líneas. A ti no te diré "te quiero", aunque sí soy sincero he de decir que quizá me hayas hecho recuperar la esperanza, quizá he vislumbrado en tus ojos un ápice de cordura en este mundo de locos. A ti te diré que te odio, y te lo repetiré mil veces, quizá por eso de que del amor al odio hay un paso, o al revés. O quizá, sólo, porque en el fondo, una parte de mí sí que te odia.
Te odia porque has conseguido alejarme de ella, de esa voz interior que me dice que no lo haga, que no te sonría y mucho menos que me espere a que me la devuelvas. Quizá te odia porque has conseguido que, por primera vez en mucho tiempo, esa voz se calle y deje paso a una oda a la esperanza.
Pero oye, que te odio, y que nunca voy a decirte "te quiero", pero...
nunca será siempre.
Puede sonaros arrogante, creído, soberbio y vanidoso, puedo pareceros un estúpido que se cree que va a comerse el mundo sin saber que éste va a por él con cuchillo y tenedor, pero nunca, nunca, me podréis tachar de tal, pues no encontraréis en mí aquello que creéis. Y cuando os digo que nunca llegaréis a conocerme, es porque nunca lo haréis.
Soy de los que no cree en la casualidad, a mí me va más eso de la causalidad. Soy de los que tiene lo que se gana, de a los que no abren puertas por ser el hijo de tal, el primo de cuál o el amigo de aquél. Yo soy mi nombre, y mis apellidos, y el sudor será la única corona que adorne mi frente. Cómo dijo Nuno hace poco, echadme a mí la mierda y vosotros disfrutad, estoy aquí para eso. La presión puede contigo, sí, cuando no estás preparado para ella. Pero llega un momento en que necesitas de esa presión, un momento en el que lleváis tanto tiempo juntos que el día que te levantas y tienes la sensación de que no hay unas esperanzas puestas en ti o unas expectativas por cumplir notas que el mundo se te viene encima. Y en ese instante es cuando te das cuenta de que necesitas que la gente espere cosas de ti, que esa presión te hace mejor, y esas ganas de querer ser mejor cada día te hacen todavía mejor y poner el listón todavía más arriba. Y eso, amigos, es un círculo vicioso. Puede llevaros a la gloria, pero patinad y os despertaréis en un infierno del que no saldréis.
Nunca me oiréis, tampoco, decir "te quiero", y no porque no lo sienta, la verdad. Soy de esas personas que saldría a la calle y se lo diría a todas aquellas personas que le rodean en su día a día, que le ayudan a ser mejor. "Oye, gracias por hacerme mejor, por estar ahí siempre, te quiero". Queda de puta madre, ¿eh?.
Pero no, yo es que he perdido la fe en esa frase. Aquellos que se merecen oír esas palabras de mi boca ya me conocen, y son los que más cerca están de conocerme realmente, pues todavía no me conozco ni yo.
Y a ti, sí, tú que eres realmente uno de los motivos de estas líneas. A ti no te diré "te quiero", aunque sí soy sincero he de decir que quizá me hayas hecho recuperar la esperanza, quizá he vislumbrado en tus ojos un ápice de cordura en este mundo de locos. A ti te diré que te odio, y te lo repetiré mil veces, quizá por eso de que del amor al odio hay un paso, o al revés. O quizá, sólo, porque en el fondo, una parte de mí sí que te odia.
Te odia porque has conseguido alejarme de ella, de esa voz interior que me dice que no lo haga, que no te sonría y mucho menos que me espere a que me la devuelvas. Quizá te odia porque has conseguido que, por primera vez en mucho tiempo, esa voz se calle y deje paso a una oda a la esperanza.
Pero oye, que te odio, y que nunca voy a decirte "te quiero", pero...
nunca será siempre.
domingo, 1 de febrero de 2015
Droga.
-Puedes creerme cuando te digo que yo no elegí esto, de veras.
¿Quién en su sano juicio se iba a dejar enredar en una mierda cómo esta, sabiendo todo lo que puedes perder?
+Pero, ¿y lo que puedes ganar?
-Todavía eres demasiado joven para saber de qué va todo esto, pero aquí nunca ganas. Esto es como el blackjack, el que más tiene siempre pierde.
+¿Qué es el blackjack?
-Un juego de cartas.
+¿De verdad crees que esto es cómo un puto juego de cartas?
-Quizá no, tienes razón. Esto es más bien como una droga.
+¿Una droga?
-Sí, una droga. Te engancha, al principio piensas, 'nah, yo controlo, esta mierda no me va a pillar a mí', pero a medida que pasa el tiempo te das cuenta de que necesitas más y más, de que las cosas se te han ido de la mano y ya no dependes de ti. Esa mierda, al final, es lo único que te hace feliz.
+Pero...¿y si lo sabes, por qué empiezas?
-Pues como todos, supongo, por diversión. Por curiosidad, porqué todos lo hacen y te dicen que es increíble. Ahora bien, nadie te habla de lo que viene después, nadie te dice que al final acabarás en el barro, hecho una mierda. Supongo que, como todo en la vida, para vender hay que mentir.
+También tendrá su lado bueno, digo yo.
-¡Hombre claro! Si no ya sería de gilipollas... Pero no compensa, te lo aseguro.
+Entonces, ¿por qué sigues enganchado?
-Supongo que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, o con la misma mierda, en este caso.
+¿Y cómo dices que se llama esa droga?
-Algunos insensatos la llaman amor.
¿Quién en su sano juicio se iba a dejar enredar en una mierda cómo esta, sabiendo todo lo que puedes perder?
+Pero, ¿y lo que puedes ganar?
-Todavía eres demasiado joven para saber de qué va todo esto, pero aquí nunca ganas. Esto es como el blackjack, el que más tiene siempre pierde.
-Supongo que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, o con la misma mierda, en este caso.
+¿Y cómo dices que se llama esa droga?
-Algunos insensatos la llaman amor.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)