Queridos, y queridas,
no me andaré con rodeos, pues odio las despedidas.
Llegó la hora de poner punto y final a nuestra historia. He disfrutado muchísimo con vosotros, con este blog y con todo lo que he podido sacar en él, pero creo que ya toca a su fin. No os voy a dejar solos, no os preocupéis, me traslado a una nueva página, desde la que poder dar rienda suelta a mi imaginación. Hoy empezaré en ella copiando una de mis publicaciones aquí que más me ha gustado, pero os prometo una sorpresa para mañana, un texto con el que realmente me siento identificado.
Os dejo al final de esta entrada mi nueva dirección. Sed buenos, leedme y compartid mi blog con todos aquellos que creáis que puedan apreciarlo.
Muchas gracias por todo lo que me habéis dado, siempre estaré en deuda con vosotros.
https://guitarristadeaire.wordpress.com/
miércoles, 22 de abril de 2015
lunes, 13 de abril de 2015
Querido yo.
Querido yo,
no sé cuando leerás esta carta, o si la leerás siquiera, pero quiero que sepas que, pase lo que pase, sigue siendo quien eres, hoy estarás orgulloso de todo lo que has andado.
No sé si la vida que llevo ahora se asemeja demasiado a lo que deseaba cuando tenía tu edad, para nada; no te voy a engañar, pero una cosa tengo clara, ahora no lo cambiaría por nada.
No soy el tío chungo con el que soñábamos, no soy el que más folla ni el que más lo parte, pero sé quien soy y estoy orgulloso de ello, como lo estarás tú cuando llegues a este día.
No he encontrado todavía alguien junto a quien amanecer cada mañana, pero no me preocupa, ahora mismo ni yo me aguanto cuando sale el Sol, como para cargarle ese marrón a otra persona.
Todavía no he encontrado a quien llevar a las comidas familiares, o sí..., bueno, es complicado; pero no te preocupes, mi abuela, tu abuela, nuestra abuela, sigue juntando los pedazos en los que muchas otras nos rompieron en cada abrazo.
Pero, tranquilo, no todo son malas noticias, hay cosas buenas.
He entendido que la felicidad no depende de nadie más que yo, osea tú. He llenado mi vida de gente maravillosa con la que pasarme horas hablando, intercambiando escritos, lágrimas; sí, se puede llorar de alegría pequeño, comidas, sonrisas, vivencias, o simplemente tiempo. Esa gente no te va a hacer feliz, porque tú ya eres feliz, esa gente te va a elevar a algo más que la felicidad, te va a llenar. Y, joder tío, cuando llegues a este punto lo entenderás todo, ahora solo puedo decirte que esas personitas son lo mejor que me han pasado en la vida. Las hay que han llegado por casualidad, vía Facebook, Twitter, Whatsapp, un partido de fútbol, una sonrisa en el pasillo, un comentario en una página web, cualquier cosa. Otras que siempre han estado ahí porque habéis crecido juntos: tus amigos de toda la vida, esos con los que te pasarías horas y horas recordando todo lo vivido juntos. Y otras que llevan tiempo ahí, pero a las que nunca les había prestado suficiente atención. Esas, quizá, son las mejores. Porque llevas años conociéndolas, pero realmente no sabes nada de ellas. Son amigos de amigos, lo típico, a los que tienes agregados y saludas por ahí, pero poco más. Solo te pido una cosa, querido yo, que des un paso al frente y te atrevas a conocer a esas personas, porque quizá, y solo quizá, cambien tu vida.
No te dejes enredar por cantos de sirena, los dos sabemos que eso no nos va. Preocúpate por aquellos que quieres, que quiero, sin dejarlos de lado. Ellos, como dice Rayden, son tu hogar. Yo tengo 9 casas y lo único que intento es que ninguna de ellas me eche de menos.
Hablando de Rayden, Rayman no, Rayden. Todavía no lo conoces, y es normal, ya lo harás. Que sepas que va a cambiarte la vida. Ya se lo agradecerás, algún día, en esas ando yo también. Me prometieron que algún día lo conocería, y ojalá a mí también me escribiera una carta mi yo del futuro para decirme que ya lo he conocido, pero no es el caso, por el momento. Sin embargo, hace nada, he, bueno, has, cumplido el sueño de verlo en directo, y ha sido, de lejos, uno de los mejores días de tu vida. Impresionante, de verdad.
Como lo fue estar en el Calderón, en un partido del Atleti, por primera vez. Sin palabras, el ambiente, la afición... aquello era la gran familia de la que siempre tu padre te había hablado. La gran familia a la que los dos sabemos que volveremos, tarde o temprano.
Querido yo,
no sé cuando leerás esta carta pero quiérete, quiérete mucho. Y quiere todavía más a aquellos que son tu hogar, que han sido tu payaso cuando llorabas y que te han tomado de la mano cuando te has sentido perdido. Quiere a aquellos que han puesto tu vida patas arriba, pero que se han quedado a tu lado a ponerle remedio. Quiere a los que han compartido contigo algo más que un simple recuerdo. Quiérelos como solo tú sabes.
no sé cuando leerás esta carta, o si la leerás siquiera, pero quiero que sepas que, pase lo que pase, sigue siendo quien eres, hoy estarás orgulloso de todo lo que has andado.
No sé si la vida que llevo ahora se asemeja demasiado a lo que deseaba cuando tenía tu edad, para nada; no te voy a engañar, pero una cosa tengo clara, ahora no lo cambiaría por nada.
No soy el tío chungo con el que soñábamos, no soy el que más folla ni el que más lo parte, pero sé quien soy y estoy orgulloso de ello, como lo estarás tú cuando llegues a este día.
No he encontrado todavía alguien junto a quien amanecer cada mañana, pero no me preocupa, ahora mismo ni yo me aguanto cuando sale el Sol, como para cargarle ese marrón a otra persona.
Todavía no he encontrado a quien llevar a las comidas familiares, o sí..., bueno, es complicado; pero no te preocupes, mi abuela, tu abuela, nuestra abuela, sigue juntando los pedazos en los que muchas otras nos rompieron en cada abrazo.
Pero, tranquilo, no todo son malas noticias, hay cosas buenas.
He entendido que la felicidad no depende de nadie más que yo, osea tú. He llenado mi vida de gente maravillosa con la que pasarme horas hablando, intercambiando escritos, lágrimas; sí, se puede llorar de alegría pequeño, comidas, sonrisas, vivencias, o simplemente tiempo. Esa gente no te va a hacer feliz, porque tú ya eres feliz, esa gente te va a elevar a algo más que la felicidad, te va a llenar. Y, joder tío, cuando llegues a este punto lo entenderás todo, ahora solo puedo decirte que esas personitas son lo mejor que me han pasado en la vida. Las hay que han llegado por casualidad, vía Facebook, Twitter, Whatsapp, un partido de fútbol, una sonrisa en el pasillo, un comentario en una página web, cualquier cosa. Otras que siempre han estado ahí porque habéis crecido juntos: tus amigos de toda la vida, esos con los que te pasarías horas y horas recordando todo lo vivido juntos. Y otras que llevan tiempo ahí, pero a las que nunca les había prestado suficiente atención. Esas, quizá, son las mejores. Porque llevas años conociéndolas, pero realmente no sabes nada de ellas. Son amigos de amigos, lo típico, a los que tienes agregados y saludas por ahí, pero poco más. Solo te pido una cosa, querido yo, que des un paso al frente y te atrevas a conocer a esas personas, porque quizá, y solo quizá, cambien tu vida.
No te dejes enredar por cantos de sirena, los dos sabemos que eso no nos va. Preocúpate por aquellos que quieres, que quiero, sin dejarlos de lado. Ellos, como dice Rayden, son tu hogar. Yo tengo 9 casas y lo único que intento es que ninguna de ellas me eche de menos.
Hablando de Rayden, Rayman no, Rayden. Todavía no lo conoces, y es normal, ya lo harás. Que sepas que va a cambiarte la vida. Ya se lo agradecerás, algún día, en esas ando yo también. Me prometieron que algún día lo conocería, y ojalá a mí también me escribiera una carta mi yo del futuro para decirme que ya lo he conocido, pero no es el caso, por el momento. Sin embargo, hace nada, he, bueno, has, cumplido el sueño de verlo en directo, y ha sido, de lejos, uno de los mejores días de tu vida. Impresionante, de verdad.
Como lo fue estar en el Calderón, en un partido del Atleti, por primera vez. Sin palabras, el ambiente, la afición... aquello era la gran familia de la que siempre tu padre te había hablado. La gran familia a la que los dos sabemos que volveremos, tarde o temprano.
Querido yo,
no sé cuando leerás esta carta pero quiérete, quiérete mucho. Y quiere todavía más a aquellos que son tu hogar, que han sido tu payaso cuando llorabas y que te han tomado de la mano cuando te has sentido perdido. Quiere a aquellos que han puesto tu vida patas arriba, pero que se han quedado a tu lado a ponerle remedio. Quiere a los que han compartido contigo algo más que un simple recuerdo. Quiérelos como solo tú sabes.
lunes, 6 de abril de 2015
Desconcertado
Así vivo, desde hace un tiempo, perdido en mi propio mundo. Sin saber a dónde ir, qué hacer ni en quién confiar. Es duro esto de sentirme un extraño, de no ser capaz de reconocerme cuando me miro al espejo.
He probado eso de salir a correr, pero tampoco funciona, el viento susurra tu nombre a cada zancada, o es que quizá cada vez estoy más cerca de volverme loco. He intentado también eso de darme a la bebida, pero no valgo para esto, el alcohol está asqueroso, y con lágrimas aún sabe peor. Los amigos están ahí, pero ya nada es como antes, todos hemos cambiado.
Y eso me lleva a encerrarme en el pequeño santuario que es mi habitación. Estas cuatro paredes me van a volver loco igual, pero total, ¿qué va a salvarme de mi locura si ya ni tú lo haces?; al menos, aquí me siento seguro, en un lugar que conozco y en el que no tengo que esconder lo que pienso o siento.
Quizá tendría que haber hecho caso a esa voz amiga, que me avisó del riesgo que corría. Me hubiera evitado las hostias, es cierto, pero entonces nunca te habría visto sonreír así. Y casi que prefiero verte sonreír, total, mi vida ya era un caos antes de que tú aparecieras.
Me encantaría poder decir, como Rayden, "que el pasado ya es "historia", el "presente" un regalo morena y del futuro no sé que será pero será a tu lado yo seré algo tuyo y tu mi eternidad...", pero tengo demasiado miedo como para oír algo que podría destrozarme.
Te odio, ya te lo dije, por hacerme sentir esto. Te odio por tenerme desconcertado, por no saber nunca qué piensas o sientes, por no ser persona hasta que me sonríes. Pero, por encima de todo, me odio, por haber vuelto a creer, en ti, en mí, en un nosotros que nunca ha existido. Me odio por haber creído que esta vez sería diferente, que tendría el valor suficiente para dar un paso adelante. Me odio por ser incapaz de decir "te quiero".
He probado eso de salir a correr, pero tampoco funciona, el viento susurra tu nombre a cada zancada, o es que quizá cada vez estoy más cerca de volverme loco. He intentado también eso de darme a la bebida, pero no valgo para esto, el alcohol está asqueroso, y con lágrimas aún sabe peor. Los amigos están ahí, pero ya nada es como antes, todos hemos cambiado.
Y eso me lleva a encerrarme en el pequeño santuario que es mi habitación. Estas cuatro paredes me van a volver loco igual, pero total, ¿qué va a salvarme de mi locura si ya ni tú lo haces?; al menos, aquí me siento seguro, en un lugar que conozco y en el que no tengo que esconder lo que pienso o siento.
Quizá tendría que haber hecho caso a esa voz amiga, que me avisó del riesgo que corría. Me hubiera evitado las hostias, es cierto, pero entonces nunca te habría visto sonreír así. Y casi que prefiero verte sonreír, total, mi vida ya era un caos antes de que tú aparecieras.
Me encantaría poder decir, como Rayden, "que el pasado ya es "historia", el "presente" un regalo morena y del futuro no sé que será pero será a tu lado yo seré algo tuyo y tu mi eternidad...", pero tengo demasiado miedo como para oír algo que podría destrozarme.
Te odio, ya te lo dije, por hacerme sentir esto. Te odio por tenerme desconcertado, por no saber nunca qué piensas o sientes, por no ser persona hasta que me sonríes. Pero, por encima de todo, me odio, por haber vuelto a creer, en ti, en mí, en un nosotros que nunca ha existido. Me odio por haber creído que esta vez sería diferente, que tendría el valor suficiente para dar un paso adelante. Me odio por ser incapaz de decir "te quiero".
miércoles, 1 de abril de 2015
Castillo de naipes
Llega un momento en la vida de todo hombre, o mujer, o ser humano, no sé si a los animales les ocurre lo mismo, en el que todo lo que conoce se desmorona por completo y tiene la sensación de estar pisando sobre arenas movedizas.
De nosotros mismos depende cómo salir de este atolladero, aunque la mayoría de las veces tengamos que hacerlo apoyados en los que nos rodean, con los que compartimos nuestro día a día y en los que más confiamos.
Ahora bien, ¿qué hacer cuando uno de los pilares de tu vida se derrumba como un castillo de naipes?
Es cierto que yo fui el primero en meter distancia entre nosotros, no podíamos seguir manteniendo una relación que no llevaba a ningún lado y nos hacía daño a todos, sin embargo, cada vez que nos veíamos y estábamos juntos, por poco que fuera, volvían a revivir las cenizas de lo que un día fuimos; un todo inseparable.
Las anécdotas de todo lo vivido juntos son incontables y motivo de risas y llantos, de risa, cada vez que nos juntamos, y eso no lo cambio por nada, lo prometo; a pesar de no prometer nunca nada.
Pero hubo un momento en el que algo pasó entre nosotros y a partir de ahí ya nada volvió a ser lo mismo. Ambas partes nos esforzábamos por mantener unida una relación que sabíamos que, a la larga, tenía fecha de caducidad.
Vamos a seguir viéndonos y coincidiendo, compartiendo momentos que, quien sabe, ojalá puedan volver a reavivar esto, aunque lo dudo. Hace mucho tiempo que el abismo entre nosotros es demasiado grande como para cruzarlo a nado, como para arriesgar una vida, que hace mucho que perdí, para intentar recuperar otra que no sé si realmente quiero recuperar.
No os miento cuando digo que habéis marcado mi pasado, mi presente y mi futuro. Vivimos juntos el primero de estos, para poder separarnos ahora buscando algo que nos lleve a un verano moral en el último de ellos.
Trato de buscar que pasó para que todo esto sucediera, pero no encuentro más respuesta que la de una botella de alcohol vacía. Quizá fue eso, os aferrasteis a ella y yo me quise deshacer demasiado pronto. No os culpo, nunca, si soy quien soy también es, en parte, culpa vuestra. Me vais a tener aquí para lo que necesitéis, ni falta hace que lo diga.
Por último, ya solo me queda agradeceros lo que habéis hecho. Me habéis dado una lección de madurez, algo que siempre, aunque no quisiera, os eché en falta. Habéis borrado los puntos suspensivos que dejé a nuestra historia para dejar uno solo.
De ambas partes depende que sea seguido, aparte o final.
Gracias por todo.
De nosotros mismos depende cómo salir de este atolladero, aunque la mayoría de las veces tengamos que hacerlo apoyados en los que nos rodean, con los que compartimos nuestro día a día y en los que más confiamos.
Ahora bien, ¿qué hacer cuando uno de los pilares de tu vida se derrumba como un castillo de naipes?
Es cierto que yo fui el primero en meter distancia entre nosotros, no podíamos seguir manteniendo una relación que no llevaba a ningún lado y nos hacía daño a todos, sin embargo, cada vez que nos veíamos y estábamos juntos, por poco que fuera, volvían a revivir las cenizas de lo que un día fuimos; un todo inseparable.
Las anécdotas de todo lo vivido juntos son incontables y motivo de risas y llantos, de risa, cada vez que nos juntamos, y eso no lo cambio por nada, lo prometo; a pesar de no prometer nunca nada.
Pero hubo un momento en el que algo pasó entre nosotros y a partir de ahí ya nada volvió a ser lo mismo. Ambas partes nos esforzábamos por mantener unida una relación que sabíamos que, a la larga, tenía fecha de caducidad.
Vamos a seguir viéndonos y coincidiendo, compartiendo momentos que, quien sabe, ojalá puedan volver a reavivar esto, aunque lo dudo. Hace mucho tiempo que el abismo entre nosotros es demasiado grande como para cruzarlo a nado, como para arriesgar una vida, que hace mucho que perdí, para intentar recuperar otra que no sé si realmente quiero recuperar.
No os miento cuando digo que habéis marcado mi pasado, mi presente y mi futuro. Vivimos juntos el primero de estos, para poder separarnos ahora buscando algo que nos lleve a un verano moral en el último de ellos.
Trato de buscar que pasó para que todo esto sucediera, pero no encuentro más respuesta que la de una botella de alcohol vacía. Quizá fue eso, os aferrasteis a ella y yo me quise deshacer demasiado pronto. No os culpo, nunca, si soy quien soy también es, en parte, culpa vuestra. Me vais a tener aquí para lo que necesitéis, ni falta hace que lo diga.
Por último, ya solo me queda agradeceros lo que habéis hecho. Me habéis dado una lección de madurez, algo que siempre, aunque no quisiera, os eché en falta. Habéis borrado los puntos suspensivos que dejé a nuestra historia para dejar uno solo.
De ambas partes depende que sea seguido, aparte o final.
Gracias por todo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)