jueves, 24 de abril de 2014

Lluvia y sangre

Esta noche os dejo otra historia por aquí, que ha venido a mi mente mientras que escuchaba algo de música. 
Más adelante ya escribiré algo sobre qué escucho y qué opino de ello, pero eso será otro día, ahora espero que disfrutéis de este breve relato... 

'La lluvia arrastraba consigo ríos de sangre a las alcantarillas, allí donde los más oscuros sueños de cada uno de los habitantes de aquella maldita ciudad se juntaban para morir unidos. Daba igual edad, raza o religión, sexo o ideología; sobre ellos planeaba la funesta sombra de un destino al que no podían escapar. 

Y allí, en medio de aquel caos, se encontraba él; botella en mano, pistola en la otra, luchando por no caerse de la silla de su escritorio. Frente a él un cigarro se consumía en un cenicero. Se echó a reír al verlo, quizá debido al pedo que llevaba encima, quizá debido a la semejanza entre la colilla y su vida. No, seguro que era por el alcohol. 
Intentó levantarse, pero se fue al suelo. Cayó encima de la botella de whisky que, hecha pedazos, se clavó en su brazo. Lanzó un grito ahogado, no era tan inmune al dolor como creía. Ayudándose de la mesa se puso en pie y se acercó al flexo que lo interrogaba en la oscuridad de su despacho, lo enfocó hacia su brazo izquierdo y, mordiéndose el labio, extrajo el trozo de cristal que se había incrustado en él. 
Su sangre, blanca, empezó a brotar poco después.  
-Esta es mi maldición. -Se dijo en voz baja, antes de sentarse. 

Miró como la sangre brotaba y recordó las palabras que siempre le acompañarían. Estaba junto a su hermano, a los pies de los cuerpos sin vida de sus padres. Frente a ellos, sus asesinos. 
-¡Ha llegado la hora de la oscuridad mortales! -Gritaron, obligando a su pueblo a arrodillarse. 
-Vais a pagar lo que habéis hecho, este crimen no quedará impune. -Se revolvió, escapando de los brazos de su hermano. 
-Joven descarado, -contestó aquella mujer, que acababa de apoderarse del trono de su madre- te permitiremos seguir con vida, quiero que cumplas tu promesa. -Dijo, alzándose y haciendo un corte en su pecho desnudo con una de sus uñas. -Tu sangre, desde ahora blanca, te acompañará siempre, para que no olvides como murieron tus padres mientras tu mirabas sin hacer nada. 

Las lágrimas caían por su rostro mientras recordaba estas palabras, apretando con fuerza el puño. Se puso en pie y cogió el revólver, había llegado el momento. Se encerró en el baño y se detuvo frente al espejo. Encendió la luz y observó su reflejo, maltratado por el paso de los años. 
-Sabes que debes hacerlo, puedes vengarlos. -Dijo aquel hombre, que lo acompañaba desde pequeño. 
-Matarlos no me devolverá a mis padres. -Puso en su boca las palabras que su padre tantas veces había pronunciado en sus sueños. 
-Devolverás a la vida a tu pueblo. -Hizo una pausa, sonrió. Sabía que tenía mucho ganado si conseguía convencerlo de ello.- Es lo que ellos hubieran querido...
-La única manera de acabar con ellos es cruzar el portal, convertirme a la sombra. -Contestó, tembloroso. 
-Sabes cómo hacerlo, -dijo, saliendo del espejo y colocándose detrás de él.- sólo tienes que apretar el gatillo. -Añadió, levantando el revólver y poniéndolo en su sien.- Tú decides... ' 

Espero que os haya gustado, 
soy yo, soy yo, punto... y seguido. 

martes, 22 de abril de 2014

La última sonrisa

Ayer en mi presentación os comenté de mi pasión por la escritura, y os dije que seguramente con el paso de los días colgaría alguna de mis historias en el blog; quizá una corta (como es la ocasión), o alguna historia por capítulos; que publicaré más adelante. No quiero entreteneros más, y os dejo a continuación con dicho texto; espero que os guste:

"Marcos lanzó una última mirada a la habitación. Las lágrimas que caían de sus ojos eran una mezcla de nostalgia y tristeza, aunque existía en ellas una gran parte de impotencia. Dejaba atrás una parte importante de su vida, aunque tardaría muchos años en descubrir hasta que punto le había marcado. 
Ya no quedaba nada de la habitación alegre y cálida en la que había pasado la tarde anterior, tal y como había hecho todos los crepúsculos de los últimos dos meses.
Sobre la cama ya no reposaba Andrea; no quedaba siquiera el más mínimo indicio de su risueño rostro, no se escuchaba la harmoniosa melodía de sus palabras; danzando delicadamente sobre el pálido silencio, habitual de los hospitales. No quedaba, tampoco, el brillo esperanzador de su mirada cada vez que veía a Marcos cruzar el umbral de la puerta de la habitación.
Todo eso había desaparecido, como desaparecen los blancos copos de nieve de las primeras nevadas invernales bajo el inexorable sol del mediodía. Andrea, se había ido.
Marcos lo sabía. Sabía que tarde o temprano se iría. Sabía que se aferraría a la vida todo el tiempo que pudiera, hasta que llegara el día que fuera incapaz de seguir peleando. Entonces, todo habría acabado; y tal y como hiciera su sonrisa, su mirada esperanzadora y su cálida voz, su habitación se apagaría lentamente, y se sumiría en la más absoluta oscuridad.

Había conocido a Andrea hacía dos meses, una tarde de invierno, lluviosa, en una visita al hospital. El primer contacto entre ambos fue frío, escueto y muy distante.
Ella, que sufría una rara enfermedad que iba apagándola progresivamente, llevaba ingresada año y medio. Él, que iba a visitar a un pariente lejano, acabó por error en su habitación.
Nada más entrar, le llamaron la atención sus profundos ojos verdes. Apagados, miraban un punto indefinido de la monótona pared blanca de la habitación. Su pelo, castaño claro, se posaba levemente sobre sus hombros; y sus pecas dibujaban un extraño mapa sobre su tez pálida, que desde el primer momento le atrapó.
Le dirigió un saludo tímido, tratando de iniciar una conversación. Ella le respondió seca, tajante, acostumbrada a recibir únicamente la visita de sus familiares y médicos.
Marcos repitió su visita al día siguiente, y al siguiente del siguiente, y al siguiente del siguiente del siguiente. Aquella chica tenía algo que había conseguido llamar su atención, y deseaba conocerla, pasar tiempo con ella y tratar de hacerle su estancia allí lo más amena posible.
Cada tarde, cuando llegaba a su habitación, se posaba frente a su puerta, temeroso de entrar y que ya no estuviera, que le hubieran dado el alta o la hubieran trasladado a otro hospital.
No fue hasta la quinta tarde, y después de muchos intentos de entablar una conversación, que ella no le dijo su nombre y el porqué de su estancia allí. A partir de entonces, entre ellos se forjó una relación especial y lentamente Marcos acabó ganándose su confianza.
Con sus visitas Marcos había conseguido que Andrea volviera a sonreír; siendo el único capaz de devolverle el brillo a la mirada, de descongelar el corazón que aquella enfermedad había congelado.

Aquella mañana, cuando entró en la habitación y vio la cama vacía lo entendió todo. Rompió a llorar encima de la misma, y entonces encontró un sobre con su nombre encima de la almohada. En él, había una foto suya con Andrea, tomada un par de semanas antes por su cumpleaños. Detrás de la misma, de su puño y letra se podía leer:
“Marcos, gracias por todo. Sin ti no hubiera sido capaz de aguantar, no hubiera vuelto a sonreír, a disfrutar de la vida.
Ríe, llora, grita… pero sobre todo disfruta, vive, sé feliz por ti y por mí, por los dos.
 Muchas gracias por todo.”


Marcos guardó la foto, secó sus lágrimas y miró por última vez aquella habitación, recordando la sonrisa de Andrea la tarde anterior. "

Espero que os haya gustado, 
soy yo, soy yo, punto... y seguido. 

lunes, 21 de abril de 2014

Bienvenidos

Bienvenidos, adelante, poneros cómodos, estáis en vuestras casas.

En esta primera entrada quiero dar cuatro pinceladas sobre mí y sobre lo que pretendo en este blog, pero prefiero que me vayáis conociendo a la largo de los días.

A mis 17 años doy inicio a este blog para plasmar en él lo que pasa por mi cabeza y me inquieta, aquello que estoy harto de escuchar y que no encuentro justo, y lo que espero de la vida en un futuro.
Me encanta el fútbol, juego desde pequeño y entreno, desde hace tres años, un equipo de niños; pero hablaré de esto lo menos posible, no quiero aburriros con un tema tan y tan tratado y hablado por todos.
Enamorado del universo hip-hop y del reggae, este blog debe el nombre a una canción del Chojín (que más abajo os dejaré), artista que me ha marcado muy profundamente.
Proyecto de escritor, dejaré volar mi imaginación en algunas entradas; intentando haceros ver el mundo que veo cuando me siento frente a un folio en blanco, pero eso será más adelante.

Políticamente incorrecto, en mis entradas daré mi opinión más sincera sobre los temas que me ronden la cabeza o sobre los que me pidáis que hable u opine, siempre respetando las opiniones ajenas y sin faltar al respeto a nadie.


-El show de Throwman
-Puntos suspensivos